Leer entre risas (T3E31)
Queremos poner en valor el humor y lo que nos provoca. Comprobar cómo la literatura se convierte en un vehículo perfecto para que aparezca la sonrisa, la ironía, la sátira, la carcajada, la picaresca, el sinsentido, lo absurdo, lo risible, las cosquillas, el placer, la satisfacción, la alegría…, que no solo sirve para convocar a ciertos placeres efímeros, sino para reivindicar una manera de denunciar y provocar la reflexión profunda y duradera sobre el sentido de la vida. Por eso quieren controlar a la comedia: reírse es un gesto revolucionario.
¿Se puede hacer humor sobre la experiencia vital de un escritor? La respuesta nos la da el autor Yauci Manuel Fernández hablándonos de su libro «Crónicas de un escritor mindundi», donde aborda su experiencia promocionando sus libros desde el humor.
Dentro de nuestra sección de libros prohibidos recuperamos la obra de Umberto Ecco «El nombre de la rosa». En ella su autor recogió la valoración que la risa merecía para la iglesia católica y defendió además la vigencia de obras clásicas que la defendían.
Del Baúl del programa recuperamos los cuentos costumbristas que nos dejó Pancho Guerra.
En el tiempo dedicado a las efemérides literaria, en un programa dedicado a la risa no podía faltar el recuerdo a Francisco de Quevedo, autor del siglo de oro español que nació un mes de septiembre y cuya obra es un ejemplo del uso del humor a la hora de escribir.
En el espacio de San Borondón, hacemos un recorrido por la risa y el humor y hablamos con la psicóloga, escritora y docente Elizabeth Lopez, con la escritora Belén Hormiga, con el artista y clown Dani Mesa, con el escritor y divulgador Carlos Pazos y con la Ilustradora Lourdes Navarro. Hemos querido dibujar cómo y por qué se construye el humor en la literatura.
Si buscamos mujeres que hayan dejado su huella en la literatura y en cuya escritura encontremos humor y compromiso social, tendremos que hablar a la fuerza de la poesía de Gloria Fuertes. También acabamos con la poeta de mirada tierna y desgarrada. Ella, Gloria Fuertes, tiene ese poder. Acabar con su poesía es muy reconfortante.